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“La metodología creativa a juicio” (Parte 1)

Hace unos días impartí un módulo de capital creativo en una universidad. Al final, como siempre hago, me ofrecí a ayudar a los alumnos y alumnos en ese proceso de mejorar sus actitudes creativas facilitándoles mi apoyo a través de cualquier consulta que pudiéramos resolver a través de algún email. Me parece lo más justo cuando en muchos de ellos he colocado en su paladar uno de los sabores más llamativos y extraordinarios con los que se han encontrado en su trayectoria personal dentro del sistema reglado: pensar diferente. Cuánto menos es lo suficiente original como para animar su curiosidad y provocar cierto cambio en su manera de enfocar ciertos estereotipos.

 

Al cabo de un par de días una alumna me escribió en relación al TFG en el que estaba inmersa. Por cierto, una alumna muy receptiva, crítica y activa, es decir, lo tiene todo para despuntar creativamente en el escenario empresarial al que se enfrentará dentro de algunos años. Mis compromisos profesionales me impidieron dedicarle tiempo en ese preciso momento por lo que me prometí sacar algunos minutos para atender a su petición en cuanto dispusiera de un hueco. Antes de un mes retomamos el tema. Ella me escribió un email de cuyo contenido extraigo estas líneas en relación a la petición que me dirigía: “Básicamente estoy recopilando información para mi TFG. Es una búsqueda lo más rigurosa y científica posible sobre las bases de la creatividad y de los programas de incrementación de la creatividad existentes. Para posteriormente desarrollar unas estrategias que mejoren la creatividad y medirlo a través de un experimento con un grupo control al cual no se les pasarán estas estrategias y otro al que sí”.

 

Me hizo pensar. Suelo responder con celeridad y con esas palabras ligo mi futuro compromiso con quien contacto vía email pero en este caso di varias vueltas a una posible salida que le beneficiara, que nos beneficiara. Sinceramente, me era imposible ayudarla en los términos que ella me solicitaba, intuyendo la profundidad de su petición. Lo que me pedía me haría parar mi trabajo durante semanas o meses, algo que no me puedo permitir. Por otro lado, y aun más importante, debía ahondar en las raíces, en la génesis de mi concepto de creatividad. Podía ofrecerle cierta bibliografía al respecto, seguramente no al nivel de rigor y profundidad científica que me requería, pero sí lo suficiente para ampliar con recursos de valor su actual perspectiva. Algo desde luego que consideraba insuficiente. Por otro lado el tema era realmente apasionante.

 

Me hizo pensar. “Búsqueda lo más rigurosa y científica posible”. En el fondo se trata de obtener un estándar fiable que acompañe el proceso creativo siempre. Buscar seguridad para crear mejor. ¿Y es posible? ¿Cualquier empresa que empleara concienzudamente la estrategia del Océano Azul sería más creativa? ¿O si promueve una estrategia diferenciadora desde los principios del Sistema Inventivo Sistemático resultaría siempre más creativa? ¿O tal vez con Sprint de Google? ¿Aplicar los giros del tambor creativo de Creative Washing Program alcanza estándares de creatividad únicos e imperecederos?

 

Tengo cierta tendencia por deformación casi innata a alcanzar la causa raíz en los temas para abordarlos – al menos intentarlo – en su justa dimensión. ¿Qué persigue realmente esa búsqueda lo más rigurosa y científica posible en el plano de la metodología creativa?