Desde hace tiempo vengo señalando que la observación es probablemente junto al hecho de alcanzar una correcta pregunta los dos elementos que provocan la combustión creativa en el entorno empresarial. El primero de ellos actuando a modo de oxígeno y el segundo como material oxidable.
Una adecuada observación nos coloca en la senda de la diferenciación. Y cuál fue mi sorpresa hace unos días cuando observé, pienso que por primera vez, el término “emprender”. Probablemente uno de los términos más en boga en el acervo empresarial, al menos en la última década, íntimamente ligado a políticas gubernamentales, programas universitarios, al “new age” para dar cierta responsabilidad y caché al hippie de toda la vida y hasta vinculado con el mundo automovilístico por su íntima relación con ciertos garajes por todos conocidos.
Según la Real Academia Española de la Lengua el significado del verbo emprender es “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Pero llamó muchísimo más mi atención – es decir, observé detenidamente – el hecho de una acepción que la Academia afirma estar ya en desuso: “Prender fuego”.
Estoy convencido que la teoría del long tail ha enterrado el término desuso. En un mundo de pensamiento sistémico, diametralmente opuesto a un longevo pensamiento mecanicista que ha imperado durante siglos en nuestras economías; en donde se incrementan a un tiempo las amenazas y las oportunidades mientras decrece la seguridad de nuestros modelos de negocio; en un mundo en donde el espacio y el tiempo son límites expansivos con un alto riesgo de incertidumbre y volatilidad; en donde los sistemas, las ramas y las disciplinas del conocimiento están interrelacionados tirando por tierra la jerarquía de las normas del saber; y en un mundo en donde la intuición, la experimentación y la aleatoriedad, son condimentos de un totum revolutum maravilloso y en continuo progreso, ahora más que nunca necesitamos auténticos pirómanos que tengan en mente que están aquí para prender fuego y hacer tabla rasa de los cánones tradicionales del saber hacer, del por qué hacer y del hasta dónde hacer. Solo una perspectiva incendiaria hará que el emprendedor sobreviva y hasta llegue a triunfar.
Por lo tanto no estaría de más que los emprendedores fijaran su atención en descubrir hasta donde sus iniciativas están encendiendo una hoguera en las industrias en las que interactúan más que esperar que sean éstas las que les calienten al acomodo de la seguridad y de la tendencia establecida.
Y es que como diría Juan Luis Guerra en su canción “Woman del Callao” emprender “tiene mucho hot, tiene mucho tiempo y tiene mucho down”.