La segunda barrera creativa en un entorno empresarial (recordemos la primera en el post anterior: “barrera de compactación”) que frena nuestra capacidad de hallar oportunidades únicas es la “barrera de vía única”. Esta viene a afirmar que todos los sectores productivos están destinados a gravitar en torno a un fin concreto y solo en torno a un fin concreto, estableciendo como secundarios otros fines a aquél que es considerado como principal. Cuando alteramos radicalmente la finalidad que hasta la fecha ha actuado como un potente imán se abren ante nosotros nuevos enfoques disruptivos.
Durante décadas la industria relojera fijó sus ojos en el control del tiempo como finalidad esencial de la misma y de este modo desarrolló infinidad de productos (relojes de bolsillo, relojes de pulsera, relojes de pared, relojes digitales…) ligados a esta meta. El objetivo último era centrar el protagonismo en el tiempo y cualquier añadido (una hermosa caja de roble, una cadena de oro, una foto entrañable de la amante en la cubierta de resorte, etc.) simplemente no lo desligaba del hecho crucial de controlar los minutos y las horas tan necesarios para el día a día de las personas. Cuando la marca de relojes suizos Swatch fijó como finalidad última de este mecanismo no el componente de precisión sino al propio individuo que lo porta a través del valor decorativo rompedor del reloj se abrió a un escenario de múltiples posibilidades. Lo de menos era el tiempo (de hecho en muchos relojes resulta imposible identificar sus agujas), lo de más era señalar, como consecuencia de un diseño atractivo, que la persona que lo ha adquirido se sentía única.
Cuando das de lleno en la base de flotación de una vía única con una solución única (ángulo de la respuesta del triángulo de la creatividad) inmediatamente quedan afectados los otros dos ángulos del triángulo de la creatividad: por un lado, los clientes son diferentes a los que hasta ese momento habían conformado el nicho tradicional (de un cliente elegante a un cliente exclusivo con todos los matices que ello implica) y, por otro lado, la necesidad que está resolviendo es diferente (seguramente en el caso que nos ocupa el interés del nuevo cliente por sentirse exclusivo y llamativo).
Personalmente siempre encuentro una técnica muy sencilla para activar el proceso observación-curiosidad-imaginación que nos permite completar un ciclo de respuestas creativas diferenciadoras. Identificar cuáles son los deseos básicos que en la actualidad definen a un sector y que éste busca satisfacer y aportar soluciones a deseos básicos totalmente ignorados en la actualidad por dicho sector. Resulta increíble la cantidad de perspectivas que se abren por este cambio de enfoque.
Nos viene al pelo. Es el momento, en un entorno de cambio continuo como el actual, que seamos nosotros quienes marquemos el tiempo de la disrupción rompiendo los moldes tradicionales que encorsetan a nuestras industrias. No permitamos que el reloj se pare en una visión única de los hechos. ¡Pongámonos en hora creativa!