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“Bon Appétit… creativo”

Conocimiento y creatividad están íntimamente ligados. De hecho son un tándem inseparable. Cualquier salto en el conocimiento requiere cierto toque creativo, y, por supuesto, la creatividad tiene su base en un conocimiento observable u oculto o imaginado que ha de ser o debería ser tratado.

 

La diferenciación se encuentra en cómo se expanden uno y otro por su propia naturaleza. Mientras que el conocimiento por sí tiende a “empujar hacia fuera” (de dentro a fuera) buscando generar nuevos conocimientos dilatando los existentes mediante una profundización en los mismos en dirección a nuevos escenarios incrementales – en un entorno empresarial se traduce en mayores capacidades de los productos y servicios -, la creatividad nos ofrece la posibilidad de “tirar hacia fuera” (de fuera a fuera) del conocimiento buscando ensancharlo por caminos insospechados sobre todo en un contexto de conexiones dispares – soluciones originales y disruptivas -.

 

Tener clara esta perspectiva resulta muy interesante. La llegada del internet de todas las cosas va a generar nuevas cuotas de conocimiento de la mano de los objetos más cotidianos. Sumaremos cada vez más y más información relevante que conducirá, al menos eso esperamos – algo en lo que yo creo a pies juntillas sin entrar en los peligros ligados a ello – a avances significativos en temas como la salud, la seguridad, la tranquilidad, etc. y, en definitiva, en la calidad de vida en general. ¿Qué espacio quedará entonces para la creatividad cuando todo piensa inteligentemente por nosotros y parece que en la dirección correcta? Fundamentalmente el hecho de tirar del conocimiento más allá de sus fronteras en donde actúa desde una tensión continua en busca de romper precisamente esas fronteras para irrumpir en nuevos escenarios con los que interactuará.

 

Pongamos un ejemplo. Es ya un hecho que en el futuro un microondas tendrá capacidad de identificar si un producto concreto será beneficioso o no para nuestra salud, si está en buenas o en malas condiciones, comenzando o negándose consecuentemente a iniciar su proceso de cocinado. La creatividad puede ir más allá en el tratamiento de dicho conocimiento tirando del mismo. ¿Puede haber un retorno de información al agricultor para mejorar las calidades de dicho producto? ¿Podemos dirigir ese conocimiento a nuestro móvil para que nos recomiende productos de calidad óptima en la tienda de proximidad de nuestro municipio? ¿Podemos informar al hotel en el que pasaremos las próximas vacaciones de verano para que nos garantice unos alimentos acordes a nuestra salud? ¿El cepillo de dientes se moverá autónomamente en nuestra boca en función de la comida degustada? ¿La pasta de dientes perderá su estándar tradicional? ¿Podemos cambiar el concepto de supermercado desde la característica actual de atender a un público generalizado a una tienda personalizada que nos ofrece productos a diario en nuestros hogares? ¿Los restaurantes serán extensiones de nuestras cocinas aprovechando una app que nos indicará la ubicación de aquellos que nos ofrecen platos que cumplen con total seguridad con nuestros estándares de vida saludable? ¿Y su factura, junto al Impuesto de Valor Añadido y el precio total de la degustación, incluirá los beneficios directos a nuestra salud perfectamente detallados?

 

El sistema Lean Manufacturing hace gala del “pull” para optimizar los procesos. Exactamente igual que la creatividad para mejorar nuestras soluciones comerciales.

 

Saboreemos el futuro… creativamente.