El nuevo escenario económico empresarial que está dejando la crisis actual está poniendo de relieve que sólo desde la creatividad, en relación no exclusiva a los productos y servicios que ofertamos, sino fundamentalmente haciendo hincapié en la creatividad en nuestros modelos de negocios, podemos aportar soluciones firmes y seguras y garantizarnos la sostenibilidad de nuestras iniciativas empresariales.
La creatividad no puede ser entendida como una idea inalcanzable, intangible o económicamente inviable. No se trata de soñar con irrealidades sino despiertos poner en marcha un sueño totalmente factible.
Las oportunidades son muchas. En un mundo globalizado nunca hasta ahora con un solo clic hemos sido capaces de publicitar nuestro producto en cualquier rincón del planeta sin que esa acción nos lleve más de un segundo de nuestro tiempo, nunca hasta ahora el boca oreja ha producido un efecto tan contagioso parecido a un virus aprovechando Internet lo que nos permite llegar a miles de personas a diario a coste prácticamente cero, nunca hasta ahora hemos dispuesto de información actualizada sobre nuestro sector, nuestra competencia, las demandas de los consumidores, etc, por lo que podemos rentabilizar el conocimiento que nos permitirá redefinir las características del producto, fijar precios, etc.
Romper los esquemas de lo tradicional ofrece un sinfín de oportunidades (Amazon lo ha hecho con las tiendas de libros on-line), diseñar productos a los que incorporar dos o más de nuestros sentidos se traduce en un incremento en las ventas (por ejemplo, los restaurantes temáticos), tomar un producto y mejorar características que nos parecían incuestionables como la funcionalidad, la accesibilidad, la simplicidad, etc. (así son los vehículos Tata Nano que tanto éxito están teniendo entre los más desfavorecidos de la India) también nos ofrecen nuevas posibilidades.
No obstante, la creatividad también es una técnica que como cualquier otra se ejercita. Tomas Edison consignó más de 1.000 patentes (prácticamente 1 de cada 10 inventos que ideaba). Leonardo da Vinci nunca daba por bueno un proyecto sin haberlo enfocado plenamente desde tres perspectivas distintas.
Seguramente con un pequeño cuaderno y un lápiz, escribiendo a diario lo que observamos y analizándolo desde perspectivas originales seamos capaces de gestar ideas creativas. Si a estas ideas sumamos nuestra capacitación en áreas determinadas de nuestra formación profesional y una gran constancia… Tal vez…
Adolf Dassler, apodado Adi, el fundador de Adidas, mientras amasaba pan en una pequeña panadería de un pueblo en Alemania soñaba en lo que más le encantaba: correr. Se detuvo a mirar y aprovechó los restos de material bélico de la I Guerra Mundial como cascos, paracaídas… para diseñar su calzado. El resto ya lo conocemos: “Nothing is Impossible” (como afirma el lema de la compañía)