Ha llegado el tiempo de la creatividad. En este sentido las empresas deben reinventarse desde ya. Abraham H. Maslow, revolucionario del conocimiento del pensamiento cuyas teorías han influido significativamente en el márketing, afirmaba tener «la impresión de que el concepto de creatividad y el de persona sana, autorrealizada y plenamente humana están cada vez más cerca el uno del otro y quizás resulten ser lo mismo». Tal vez las empresas creativas también sean empresas sanas, autorrealizadas y plenamente humanas. Yo creo que sin ningún género de dudas, sí.
¿Y para introducir el ADN creativo en una empresa cómo debemos proceder? (Gary Hamel en su libro “Lo que ahora importa” deconstruye a Apple y establece un patrón sintomático que nos permite identificar a una empresa creativa). Las grandes revistas especializadas que clasifican a las empresas como estrellas de la creatividad (como por ejemplo Fast Company o BusinessWeek) sólo coinciden en calificar como tales entre sus grandes listas de organizaciones empresariales a un trío: Apple, Google y Amazon. ¿Por qué sucede esto? Porque la creatividad empresarial en sí no es solo una meta medible por resultados concretos, a ello se añade un estilo de saber hacer las cosas que impregna cada poro de la organización. Estos son los elementos más característicos: ser apasionado; dirigir, no seguir; apuntar a sorprender; ser irracional; innovar de manera incesante e incisiva; sudar los detalles y pensar como ingenieros, sentir como artistas.
La creatividad se ha convertido, como nunca antes en la historia, en un recurso único de supervivencia empresarial y un instrumento irrenunciable para marcar un valor diferenciador a la hora de competir como empresas. La creatividad ya no puede ser la máquina expendedora de agua a la que acudimos en la empresa solo si tenemos sed. Por primera vez en la historia la creatividad no es un recurso añadido al diseño o la producción, una guinda al pastel, se ha convertido en elemento transversal, inherente e insustituible de toda nuestra cultura empresarial. Y en este sentido tanto las personas como las empresas deben incluir en su carta de navegación sin ningún género de dudas la creatividad y lo que ella implica, como referente permanente en el horizonte o como brújula para facilitar un posicionamiento continuado que garantice mantener un rumbo seguro.
Les animo a que asuman realmente el valor de la creatividad en la empresa implicándose como auténticos ingenieros romanos, que inauguraban los puentes y acueductos colocados debajo de ellos. En términos de superviviencia empresarial nos jugaremos mucho en los próximos años.
Decía la Madre Teresa de Calcuta: «si pienso en la masa, no actuaría, cuando pienso en un individuo sí». Es necesario asumir riesgos. Lo contrario del éxito no es el fracaso. Es la inercia. Piensen en su empresa creativa y no en una comunidad de pavos en busca granos para alimentarse o en los dados que mueven las empresas por inercia o experiencia. Eliminen serotonina y taladros.