Permitidme proponeros una adivinanza. Tres importantes modelos de negocio han sido fundados por tres individuos formados en estas tres especialidades concretas: panadero, ingeniero industrial y licenciado en ciencias. ¿Sabéis cuáles son esos modelos? O, más sencillo – responder correctamente a la pregunta anterior os abriría seguramente muchas y rentables posibilidades como médiums – ¿en qué sectores productivos situaríamos dichos modelos a la luz de esta capacitación profesional? Íntimamente ligadas a estas profesiones pueden surgirnos algunas iniciativas comerciales en áreas como la alimentación (Pans and Company, Mac Donald, Carrefour, etc.), la automoción o el diseño industrial (Toyota, IKEA, etc.) o el descubrimiento científico (el Gran Colisionador de Hadrones, inteligencia artificial, etc.). Seguro que podemos pensar en otras muchas más relacionadas en mayor o menor medida con dicha formación.
Resulta curioso que atendiendo al orden anteriormente señalado en atención a la formación adquirida los fundadores y sus correspondientes modelos de negocio son: Adolf Dassler fundador de Adidas, Brian Chesky fundador de Airbnb y Garrett Camp fundador de Uber. Es cierto que hay muchísimas personas que generan iniciativas innovadoras coherentes con su trayectoria académica o profesional – por lo general innovan incrementalmente, es decir, mejoran sustancialmente el sector en el que se mueven – pero quiero quedarme en aquellos –también muchos y cada vez habrá más – que dirigen su descubrimiento totalmente alejados de su trayectoria académica o formativa – estos innovan disruptivamente, el cambio es radical originando nuevos mercados. Es evidente que cualquier itinerario formativo genera estructuras transversales que en mayor o menor medida nos son útiles para cualquier actividad profesional o empresarial (como podrían ser la generación de patrones, la capacidad de observar, la imaginación, etc.) pero el salto cualitativo y adentrarse en otros sectores alejados sustancialmente de aquel sobre el que hemos asentado nuestra base de capacitación se produce fundamentalmente por cuatro motivos:
a.) Detectar una necesidad que verdaderamente nos duele.
b.) Tomar conciencia de que solo nosotros somos capaces de resolver dicha necesidad (de hecho la solución aportada hasta ese momento no nos convence) y ese reto lo cargamos de pasión.
c.) Comenzar a buscar compañeros apasionados de viaje que se sumen a nuestra inquietud.
d.) Crear en nuestra mente un modelo disruptivo que dirija nuestra actuación:
– Intuición: una propuesta original que puede resolver el problema.
– Sensaciones únicas: qué deseos de los individuos están en juego para ser tratados correctamente y de una manera integral dentro de la necesidad detectada.
– Palanca: qué tecnologías existentes y qué tendencias sociales podemos aplicar y explotar, respectivamente.
– Foco: cuál será la esencia de nuestra solución, en términos de ser identificada llamativamente por todos (El “por qué” del que habla Simon Sinek en “La clave es el porqué. Cómo los grandes líderes nos inspiran a actuar”).
– Transformación disruptiva: cómo transformaremos la industria como nadie, cuál es esa aportación única.
– Método saludable: redefinición permanente en términos de sencillez y utilidad.
– Comunidad: somos capaces de crear una tribu de fieles seguidores.
– Adhesivo: diseñamos un plan único para ligar tribu y solución en las diferentes fases que aquella experimenta en el encuentro con nuestro producto o servicio.
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