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“Un genio creativo para mi negocio”

Si a modo del fantástico cuento referido en “Las mil y una noches”, Aladino y la Lámpara Maravillosa, se nos apareciera un genio y en lugar de tres deseos nos ofreciera la oportunidad de dar respuesta certera a tres preguntas sobre nuestro modelo de negocio ¿Qué preguntas le haríamos?
No es que hayamos tenido la mala suerte de toparnos con un genio menos dadivoso sino por el contrario hemos tenido la inmensa fortuna de encontrarnos con nosotros mismos y con nuestra organización tratando de sopesar lo que realmente tiene valor en contraposición a aquello que no lo tiene, identificando el horizonte del reto frente a la comodidad de lo que sabemos hacer. En definitiva, dar de lleno en lo esencial.

Frente a la tentación de solicitar el premio merecido fruto del esfuerzo diario de nuestras organizaciones (algo que nos otorgaría el Genio Azul de Aladino pero no el nuestro) las preguntas correctamente formuladas tienen la ventaja de que nos abren a dimensiones desconocidas en las que se pueden identificar vetas de crecimiento únicas, y en ellas encontrar mucho de introspección, mucho de conocimiento, mucho de reflexión, mucho de cultura, mucho de creatividad y mucho de largo plazo.

Este post no tiene como finalidad identificar cuáles serían esas preguntas correctas que a modo de patrón nos permitieran indagar acertadamente en el supuesto de cruzarnos con un genio tan resolutivo. De hecho resulta complicado ceñirse solo a tres preguntas ya que nuestras empresas son una compleja interconexión de elementos estructurados a modo de red en donde todos tiemblan al menor roce en uno de ellos.

Por otro lado, dudo que podamos reconocer ese trípode indagatorio porque no hay dos modelos de negocio iguales en la medida que todos ellos recogen la personalísima impronta de sus fundadores, la realidad de su gestión y las circunstancias cambiantes de su entorno.

Este post tiene como finalidad señalarte que solo existe un camino para darse de bruces con este genio: experimentar. Y experimentar – que tiene su origen en cuestionar todo lo que tenemos delante de los ojos – con el objetivo de llevar a nuestra organización un paso más allá en el umbral del conocimiento que manejamos actualmente en busca de la auténtica realidad en la que debemos movernos. Estamos inmersos en la falacia de la seguridad. Como señala Tim Ferris “a menudo la experiencia va enterrando muy abajo las afirmaciones que deben cuestionarse en primer lugar”. Experimentar con nuestros clientes, con nuestra solución, con los canales de comercialización, con los procesos que aplicamos. Establecer un estado
ideal y llevarlo a una encerrona a través de múltiples preguntas y experimentos controlados.

Y desde luego disponemos de la creatividad para tender un puente entre la pregunta y la experimentación. En este sentido es necesario que nuestras empresas se conviertan en escenarios abiertos a posibilitar la entrada de perspectivas diferentes premiando el riesgo y analizando el error como fuente de conocimiento único, a probar enfoques diferentes en busca de información oculta, a transformar sistemas de gestión internos que impiden a los colaboradores dar lo mejor de sí, a humanizar la tecnología con la que trabajamos haciéndola flexible a los intereses de las organizaciones.

Si experimentamos creativamente tal vez no lleguemos a tropezarnos con una lámpara maravillosa lo que seguramente sí consigamos es cierto grado de genialidad en nuestras empresas. Merecerá la pena.

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