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“Una paradoja muy curiosa: cuestión de ombligo”

Solemos escuchar o leer una queja permanente en los jóvenes, fundamentalmente por parte de aquellos que buscan su primer empleo, que su falta de experiencia es un hándicap para su entrada en el mercado laboral. Es cierto. Numerosas empresas valoran la experiencia seguramente como garantía de que el éxito es fruto de repetir insistentemente alguna habilidad concreta y de mantenerse en la picota año tras año haciendo lo mismo. No voy a entrar en valorar este planteamiento en un mundo de cambio frenético como el nuestro pero sí me gustaría profundizar en otro enfoque que para mí es muy curioso en la misma línea planteada: la inmensa mayoría de los jóvenes fundadores de empresas no contratan a personas mayores (¡y digo mayores con más de 40 años!).

 

Imagino que por hábito de iniciar el proceso creativo en busca de la causa raíz me pregunto por el por qué de esta paradoja. ¿Es consecuencia de una felonía a las generaciones anteriores que tantos esfuerzos han dedicado en su formación y en alcanzar un estado de bienestar como el que gozamos? ¿Se debe a una venganza a sottovoce por haberles cerrado las puertas del empleo en repetidas ocasiones o haberlos castigado con sueldos mileuristas? ¿A una moda que hay que seguir escrupulosamente para ligarse al éxito que generan entornos como los garajes en las casas unifamiliares americanas? ¿Tal vez se deba a que estos carcamales no pegarían ni con cola en las majestuosas y desenfrenadas celebraciones anuales organizadas para brindar en alguna isla paradisiaca por un incremento multimillonario de la cuenta de resultados? ¿Es debido a que las generaciones precedentes de ciertas cosas no entienden lo más mínimo, más aún en un entorno big data, de algoritmos y de inteligencia artificial como el actual? ¿Están simplemente sembrando la semilla de las próximas décadas en donde, a excepción de los que ya se hayan retirado a vivir de sus multimillonarias inversiones y de sus productivos ahorros, también ellos estarán pagando el precio de la edad manteniendo los mismos modelos? ¿Se ha delimitado la aportación de los mayores solo a financiar sus iniciativas – hasta que el nuevo clan se haga con el poder del dinero – y a actividades puntuales como la tramitación de impuestos, la aportación de fuerza bruta, acciones manuales repetitivas y poco más? La respuesta no es sencilla, desde luego, pero en el fondo todas las generaciones pecan por su mitad, exactamente por el ombligo.

 

La gran utilidad que tiene el ombligo en su origen y la escasa utilidad directa que parece mostrar ya desde las pocas horas de nacer. Este símil nos debería hacer reflexionar. El ombligo fue la entrada de una parte esencial de los recursos necesarios para conformar nuestra vida como nasciturus pero precisa de ser cosido muy bien una vez nos peleamos con este mundo fuera del útero materno. Mirarse el ombligo es pensar que lo que me alimentó en su momento constituirá la esencia de mi alimentación en el futuro. Mirarse al ombligo es tener la seguridad que lo que me une a la realidad lo establezco yo y solo yo. Y cuando menos, lo dice un miope, es peligroso. En seguida nos hacemos con vicios, y un vicio no es nada más que experiencia satisfactoria acumulada. Antes se adquirían con el tiempo, ahora, en este mundo de plazos tan exiguos, se acortan, pero al fin y al cabo son vicios. Y como dice Tim Ferris, algo que yo suscribo al pie de la letra, “a menudo la experiencia va enterrando muy abajo las afirmaciones que deben cuestionarse en primer lugar”.

 

Si negar la entrada a una empresa es cuestión de edad, pongámosla donde la pongamos, estamos afirmando que tendemos a empaquetar nuestra perspectiva empresarial en cajas excesivamente simplistas y no las abrimos porque tenemos miedo a que la caja de Pandora se desate y ponga en tela de juicio nuestros esquemas. Y perder el juicio de vez en cuando es importante, aporta aire muy fresco. El otro día se lo comentaba a una gran empresa de gestión de recursos humanos, las organizaciones que están cambiando el mundo son con toda seguridad de “base tecnológica” en la medida que entiende que la tecnología es solo un trampolín para lanzar su misión y alcanzar su visión. La tecnología es un medio indispensable, la organización ha de estar mucho más lejos. Esa base puede estar en propiedad de gente muy joven, el impulso estoy convencido que puede ser compartido.

 

Y hablando de curiosidades, como cada mes de enero, la popular página web “The Death List” ha hecho público el ranking de los famosos que ve con posibilidades de morir este 2018. El porcentaje de éxito en sus predicciones se celebrará, como cada año, el próximo mes de enero. Los editores de la web y los señalados ya han comenzado a rezar. Como todo lo excelente, buena simbiosis.