Una de mis hijas que cursa sexto de primaria me comentó hace unos días en la cena que en clase le había pedido a una de sus “seños” que le repitiera una respuesta porque no había logrado entenderla en su explicación. La profesora le respondió: “ya no repito más”. Aquella respuesta casi me hizo atragantarme fruto de la admiración. Era seguramente la noticia más maravillosa que había escuchado a lo largo de todo el periplo educativo de mis hijas. Y tiene su lógica…
Las células cerebrales que utilizan el neurotransmisor acetilcolina envían señales por toda la corteza cerebral, así como al hipocampo y a la amígdala. Un entorno enriquecido para generar tanto el aprendizaje como para la memoria está vinculado a un mayor número de células hipocampales, siendo la acetilcolina un importante modulador precisamente de dicho aprendizaje y desarrollo de la memoria. ¿Cómo se activa este neurotransmisor? Hay varias vías:
· Por repetición (cuánto más se evoca un recuerdo más sólido se vuelve). Algo que rompiendo la norma aplicada generación tras generación desde los albores de la educación en el aprendizaje educativo su educadora había descartado de plano con esas palabras.
· Por asociación (intentar vincularlo o asociarlo a algo que ya conozcamos bien). ¡Magnífico!
· Por resonancia emocional (los recuerdos emocionales duran más y son más firmes). ¡Magnífico!
· Por la novedad (el cerebro está programado para centrar la atención en la novedad, por lo que los acontecimientos novedosos suelen ser recordables). ¡Magnífico!
· Por la narración de historias y el humor (llaman significativamente nuestra atención). ¡Magnífico!
¡Vualá! Entonces mis hijas iban a disfrutar plenamente de las clases como nunca hasta ese momento y su creatividad se vería disparada hasta horizontes que no lograba ni imaginar. Como señala la investigadora Wendy Suzuki (Professor of Neural Science and Psychology in the Center for Neural Science at New York University) la creatividad guarda una correlación con emociones positivas como la alegría, el amor o la curiosidad. ¡Era la vía alternativa que había tomado su seño! Las tres áreas cerebrales claves involucradas en el procedimiento emocional son la amígdala – en el lóbulo temporal -, la corteza cingulada – en la mitad del lóbulo frontal y la corteza prefrontal ventromedial – parte también de la corteza prefrontal -. La amígdala y la corteza cingulada procesan información emocional que envían luego a la corteza prefrontal ventromedial, área implicada en niveles superiores de las funciones sociales, la personalidad, la planificación emocional y la regulación emocional.
No entiendo porque no brillaban los ojos de mi hija como los míos y continuaba sorbiendo la sopa durante la cena como si tal cosa. Cómo no se daba cuenta que con la frase “Ya no repito más” había cambiado todo su mundo y se le abrían las puertas de la pasión en sus clases. Niños, ¡qué inocentes son!