Resulta un ejercicio no sencillo establecer cuál es la base sobre la que comenzar un proceso de ideación en un negocio, es decir, en dónde colocarte para vislumbrar huecos de oportunidades y poder alcanzar una diferenciación competitiva. El dónde colocarte para que te permita acceder a una visión de trescientos sesenta grados y descubrir un punto sobre el que profundizar en busca de la originalidad competitiva.
Mi experiencia me dice que para soportar un proceso creativo con garantías de éxito el foco de nuestro negocio – y de cualquier profesional – ocupa un lugar privilegiado. El foco es un compromiso único que por supuesto va mucho más allá del lícito interés de ganar dinero. Un foco en un modelo de negocios es la razón de ser que mueve a un empresario a levantarse cada día y por el cual persigue apostar insistentemente a un caballo ganador. Responde a la pregunta: ¿qué puedo ofrecer a mi comunidad de clientes con un estilo propio como valor único y diferenciado para que ellos a su vez saquen lo mejor de sí? No se trata solo de aportar valor único y diferenciado a nuestros clientes, sino de que éste sea consecuencia de un maceramiento muy personal que casa realidad, proyección, comprensión de nuestra comunidad y radicalidad. No se trata, por tanto, de dar una solución a nuestros clientes sino de que esa respuesta vaya ligada a un convencimiento propio de que algo muy importante de nuestro estilo estamos dejando permanentemente en ellos. Por lo tanto podríamos decir que no es posible la existencia de dos focos iguales. Tal vez casen con otras organizaciones en un río llamado “Finalidad” pero siempre siendo un afluente único con el objetivo de ofrecer a aquél río gran parte de su caudal único.
A mí siempre me gusta comenzar por él porque tiene mucho de todo: de visión inicial del promotor, de pasión y conocimiento del mismo, de cierta inocencia que marcó el salto a emprender, de concepto personal de la propia industria en la que nos movemos, del grado de conocimiento de nuestros clientes, del horizonte perseguido.
Me llama la atención las pocas organizaciones que tienen con claridad definido un foco en los términos que he señalado. La ausencia o carencia de un contorno claro del mismo produce consecuencias terribles: un cúmulo de indefinición permanente en saber lo que es prioritario o no para el modelo de negocio, y consecuentemente en marcar un rumbo atento al cambio y a las oportunidades no solo en la búsqueda de una estrategia creativa sino en la propia esencia del modelo, y en dificultar generar equipos de colaboradores comprometidos e ilusionados, simplemente por fijar un par de efectos nocivos.
Un consejo: define con claridad tu foco y tradúcelo en un eslogan que jamás olvides; como dice un anuncio de televisión “los resultados – creativos entre otros – pueden ser tan distintos como el día y la noche”.