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“El tridente creativo o como trinchar oportunidades”

¿Quién no se ha formulado en términos profesionales la pregunta: soy o no soy creativo? Es una pregunta difícil de responder. A diferencia de si nos cuestionan sobre nuestra belleza o riqueza, en donde un contraste objetivo a penas deja margen de dudas, el tema de contar o no con un recurso como la creatividad profesional es mucho más sutil.

 

En un argot común, creativo se asocia por lo general a aquel que genera ideas originales pero cuando hablamos de entornos empresariales el significado ha de ligarse a un concepto productivo: la innovación. Por lo tanto, no se trata de descubrir si muy a menudo somos capaces de cambiar el decorado de nuestro despacho (salvo que esa nota de colorido busque una mayor productividad laboral al garantizar que nuestro equipo mejora en un nuevo sentido sus capacidades), sino si somos capaces de incrementar de manera continuada la capacidad competitiva de nuestra organización.

 

Mi experiencia me dice que las personas creativas en este sentido mantienen tres rasgos específicos totalmente integrados en su actitud profesional: son observadores, son curiosos y son imaginativos. Existen muchas personas, por ejemplo, imaginativas (algo que por lo general se identifica erróneamente con la persona creativa) pero adolecen de un enfoque transformador consecuencia directa de entender adecuadamente la realidad que permite identificar nuevas y reales oportunidades. Otras personas observan correctamente pero carecen de la capacidad de preguntarse si es posible modelar productivamente esa realidad manifiesta que muy pocos descubren. Y un tercer grupo se queda siempre a las puertas de la transformación creativa (cómo sacar punta a la oportunidad). En este sentido son pocas las personas que en un entorno empresarial son capaces de integrar el tridente creativo.

 

Por lo tanto para responder correctamente a la pregunta inicial (¿soy creativo?) es necesario valorar nuestra capacidad de observar, curiosear e imaginar en un entorno empresarial. ¿Somos capaces de comprender la realidad correctamente detectando detalles sutiles? ¿Somos capaces de criticar el estado actual de esos detalles que observamos? ¿Somos, también, capaces de generar una visión de futuro que rompe el esquema actual? Y, por último, ¿somos capaces de desarrollar un modelo transformador para cruzar de un lado a otro?

 

Desde esta perspectiva, por ejemplo, sin una capacidad real de observar resulta altamente improbable que nuestras empresas resulten creativas. Sin un trabajo curioso de los datos, acontecimientos… de la realidad, el salto cualitativo a la oportunidad resultará muy difícil de alcanzar. Y sin un lavado imaginativo de lo identificado como llamativo en busca de soluciones únicas resulta complicado alcanzar la diferenciación que perseguimos para ser competitivos.