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“De pesimistas y pompis”

Existen dos impulsores de un mundo en cambio como el actual y que tienen una incidencia directa en nuestro comportamiento profesional, lo que nos va a exigir una respuesta creativa.

a.) El primero de ellos es el principio científico de metainducción pesimista – expuesto por Kathryn Schulz -. Es un principio que no debemos ignorar ya que nos anima a dejar de lado la adoración de cualquier tipo de teoría y con ello la ceguera creativa que origina la seguridad. Este principio promulga que ya que muchísimas de las teorías científicas de épocas pretéritas han resultado erróneas hemos de asumir que las teorías actuales también acabarán por declararse incorrectas más pronto que tarde.

 

En la edad media era una creencia generalizada que solo algunas personas estaban capacitadas para leer y escribir y hasta el siglo XIX era preferible no acudir al médico cuando tenías una enfermedad, el riesgo de acabar peor tras ponerte en manos de un sanador de esa época era estadísticamente muchísimo más elevado que quedarte acostado en casa y dejar pasar el tiempo. Cuando Lincoln sufría agonizante tras el atentado perpetrado en el Teatro Ford se le aplicó «tintura de momia». Unos polvos que resultaban de reducir a las momias a polvo y que se aplicaba además para la epilepsia, salpullidos, migraña, úlceras, fracturas, etc.

La aplicación del principio de metainducción pesimista en campos como la astrofísica es espectacular. La falsación de teorías se sucede en esta ciencia en menos de cinco años. Alguien pondría la mano en el fuego, por ejemplo, de que una vez abiertas las puertas de la neurociencia muchas de las teorías y principios que reconocemos como sagrados en campos como la pedagogía no van a falsearse. Hay estudios que demuestran que la generación actual de niños y adolescentes aprieta con menos fuerza al saludar dando la mano que generaciones anteriores como consecuencia de estar inmersos desde hace años en una cultura en donde lo dedos hacen funciones que antes exigían un esfuerzo muscular de toda la mano o del brazo. ¿Somos capaces de asegurar que como consecuencia de esa digitalización el cerebro de nuestros hijos no habrá tomado buena nota incidiendo en alguna habilidad cognitiva o intuitiva que afecte, por ejemplo, al aprendizaje o a la retentiva?

b.) El segundo impulsor está asociado al concepto Belfie como fiel reflejo de la teoría del Long Tail. ¿Qué es un Belfie? Hacerse una foto del trasero desnudo gratuitamente. ¿Cuántos de los que leen este blog se harían ahora mismo una foto en estas condiciones? Imagino que apenas nadie. No incide solo la calidad de las posaderas, entran en juego más condicionantes. Pues ya existe una página web que busca fotografías para alcanzar la cifra de 1.001 traseros retratados 1001 Fesses y que contaba en Instagram con más de 23.000 seguidores hasta que esta red cerró su página recientemente (y si no recuerdo mal según señaló un medio de difusión ya se habían fotografiado cuatro mil finalizaciones de la espalda hace menos de un año).

El Belfie demuestra el acierto de la teoría del Long Tail. Soluciones muy originales pueden incluirse en la red con un gran impacto, siempre que abandonemos el carácter localista de la implantación y exista un alto grado de originalidad. Lo raro, lo extraño, el rarito de la clase ahora tiene acogida más que aquel que se mueve en parámetros estándar. Si quieres abrir una página web de mascotas en internet es muy probable que no consigas un euro (hay ya demasiadas, incluso físicamente). Si abres la página web del periquito de cuello amarillo del alto Amazonas que cacarea al amanecer en los meses del equinoccio de verano – que no sé si existe – vas a encontrar a trescientas personas que adoran a su mascotas y con las que puedes hacer realmente negocio.

 

 

 

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