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“Comprando creatividad en el mercado de hábitos”

Soy un convencido de que un escenario ideal, sino el principal, para llevar a cabo avances creativos en los modelos de negocio o en la generación de modelos disruptivos, se encuentra en el tratamiento de los hábitos. En palabras de Charles Duhigg un hábito es un “pensamiento, una emoción o una rutina preexistente, conocidos o no por el propio individuo, que le predisponen a repetir una acción”. Las empresas negocian insistentemente, seamos conscientes o no de ello, con nuestros hábitos en un enclave innato al ser humano que yo denomino “mercado de hábitos”.

 

Los hábitos, por un lado, enganchan y, por otro lado, nos interpelan a llevar a cabo una acción. Son estas dos características las razones principales por las que ejercen tan poderoso atractivo en nosotros y lo que nos hace en el fondo tan vulnerables.

 

Hace unos días hablaba con una profesora de infantil que me comentaba el cambio radical que ha observado en los niños en los últimos años, una diferencia fundamental entre la generación actual a la que ella atiende a diario frente a la generación inmediatamente anterior de hace unos pocos años. La razón que ella señalaba era que sus alumnos lo quieren todo inmediatamente, lo quieren para ya lo que provoca en muchos casos tensiones y me puso el llamativo ejemplo de tomar una foto en el colegio. Antes de que los móviles capturaran imágenes nuestra esperanza – echemos la vista atrás – era esperar que las fotos se revelaran en alguna casi extinguida actualmente tienda de fotografía de barrio. Teníamos muy claro que había una obligación de esperar irremediablemente a que el tiempo se dilatara uno o varios días hasta obtener nuestra recompensa. ¿Ahora qué ocurre? No podemos esperar más: el hábito de la inmediatez se ha ligado al producto de la fotografía. Es lógico que aquella “seño” se vea impelida por una marabunta de chicos que la rodean ejerciendo cierta presión cada vez que prueba a inmortalizar aspectos llamativos de su aula. La entiendo.

 

Un creativo – todas las empresas están obligadas actualmente a ser creativas – no puede abandonar jamás la perspectiva del hábito. Hemos de anotar qué cambios se generan en nuestros hábitos de conducta para identificar huecos de oportunidades. En este sentido hemos de conocer la incidencia directa de la tecnología en nuestro modo de pensar y de hacer las cosas. Los hábitos actúan en muchos casos a modo de fichas de dominó, la “caída” (el socavar los cimientos de uno de ellos) conlleva mover siempre alguno más. La inmediatez en descubrir cómo ha quedado la instantánea – resulta curioso que este término adquiere auténtico significado en el campo de la fotografía desde que se toma digitalmente –  tras ver disparar el flash del móvil, activa un nuevo hábito. Hay unos segundos que generan un deseo irrefrenable de que no desentonemos en la foto y nuestros ojos se vuelcan en encontrarlo. Clavamos la mirada buscándonos hasta que corroboramos o no esa sensación. Fotos borrosas, fotos movidas, fotos sin vida… castigan durante mi hábito. ¿Alguna solución comercial evitaría ese sufrimiento?